El Mensaje
El Inmaculado Corazón
Del relato de la Revelación del Escapulario de La Inmaculada a Sor Justina Bisqueyburu (1840)
La Virgen estaba «vestida con un largo vestido blanco que caía sobre sus pies descalzos, un abrigo azul celeste, sin velo, con el cabello extendido sobre sus hombros. Ella sostenía en sus manos su Corazón, del cual salían abundantes llamas. Su belleza era celestial».
«La Santísima Virgen sostenía en su mano derecha su Corazón coronado de llamas...».
«... un corazón resplandeciente con rayos más brillantes que el sol y transparente como el cristal».
Del Mensaje de Nuestra Señora La Virgen de Fátima (1917)
El 13 de julio de 1917, Nuestra Señora dijo a Lucía:
«Has visto el Infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que les voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor... Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y a la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos Rusia se convertirá y habrá paz».
El Niño Jesús
El 10 de diciembre de 1925, el Niño Jesús y María se aparecieron a Sor Lucía.
El Niño Jesús habló primero diciendo:
«Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre que está cubierto de las espinas que los hombres ingratos continuamente le clavan, sin que haya alguien que haga un acto de reparación para arrancárselas».
Nuestra Señora
... Entonces, Nuestra Señora dijo:
«Hija mía, mira mi Corazón, que está rodeado con las espinas que los hombres ingratos me clavan continuamente con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme; y di prometo ayudar a la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación, a todos aquellos que en el primer sábado de cinco meses consecutivos vayan a Confesión y reciban la Sagrada Comunión, reciten cinco misterios del Rosario y me acompañen por un cuarto de hora mientras meditan en los misterios del Rosario, con la intención de hacer reparación a mí».