Promesas y fragmentos del Diario
[Texto obtenido en la página web catholic.net y en la página web de Aciprensa]A las almas que tienen confianza
«La humanidad no tendrá paz hasta que se vuelva con confianza a Mi Misericordia» (Diario, 300).
«Las gracias de Mi misericordia se toman con un solo recipiente y éste es la confianza. Cuanto más confíe un alma, tanto más recibirá. Las almas que confían sin límites son Mi gran consuelo, porque en tales almas vierto todos los tesoros de Mis gracias. Me alegro que pidan mucho porque Mi deseo es dar mucho, muchísimo» (Diario, 1578)
«He abierto Mi corazón como una fuente viva de misericordia. Que todas las almas tomen vida de ella. Que se acerquen con gran confianza a este mar de misericordia. Los pecadores obtendrán la justificación y los justos serán fortalecidos en el bien. Al que haya depositado su confianza en Mi misericordia, en la hora de la muerte le colmaré el alma con Mi paz divina» (Dario, 1520).
«Ningún alma que ha invocado Mi misericordia ha quedado decepcionada ni ha sentido confusión. Me complazco particularmente en el alma que confía en Mi bondad» (Diario, 1541).
«Quien confía en mi misericordia no perecerá porque todos sus asuntos son Míos y los enemigos se estrellarán a los pies de Mi escabel» (Diario, 723).
Doce fragmentos
«Deseo que la Fiesta de la Misericordia [primer domingo después del Domingo de Resurrección] sea un refugio para todas las almas y especialmente para los pobres pecadores. En ese día se abren las profundidades de mi Misericordia. Yo derramo un océano entero de gracias sobre aquellas almas que se acercan a la fuente de Mi Misericordia. El alma que irá a la Confesión y recibirá la Sagrada Comunión obtendrá el perdón completo de los pecados y el castigo. Ese día todas las compuertas divinas a través de las cuales la gracia fluye se abren. Que nadie tema acercarse a Mí, aunque sus pecados sean como el escarlata» (Diario, 699).
«El alma que confía en Mi misericordia es la más felíz porque yo tengo cuidado de ella» (Diario, 1273).
«Que toda la humanidad reconozca Mi Misericordia insondable. Es una señal para los tiempos finales. Después vendrá el día de la justicia» (Diario, 848).
«El que se niega a pasar por la puerta de mi Misericordia debe pasar por la puerta de mi justicia...» (Diario 1146).
«Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi Misericordia. Si no adoran Mi Misericordia, morirán para siempre» (Diario, 965).
«Estos rayos protegen las almas de la ira de Mi Padre. Bienaventurado el que habitará en su refugio, porque la mano justa de Dios no lo tomará. Deseo que el primer domingo después de Pascua sea la Fiesta de la Misericordia» (Diario, 299).
«Cuanto mayor es el pecador, mayor es el derecho que tiene a mi Misericordia. Mi Misericordia se confirma en toda obra de Mis manos. El que confía en mi Misericordia no perecerá, porque todos sus asuntos son míos y sus enemigos serán destrozados en la base de mi escabel» (Diario 723).
«Quiero conceder un perdón completo a las almas que irán a la Confesión y recibirán la Santa Comunión en la Fiesta de Mi Misericordia» (Diario, 1109).
«Exijo la adoración de Mi Misericordia a través de la solemne celebración de la Fiesta y de la veneración de la imagen que está pintada. Por medio de esta imagen concederé muchas gracias a las almas. Es para ser un recordatorio de las exigencias de Mi Misericordia, porque incluso la fe más fuerte es inútil sin obras» (Diario, 742).
«Di a todas las personas, hija Mía, que yo soy el Amor y la Misericordia. Cuando un alma se acerca a Mí con confianza, la lleno de tal abundancia de gracias que no puede contenerlas dentro de sí, sino que las irradia a otras almas» (Diario, 1074).
«Prometo que el alma que venerará esta imagen no perecerá. También prometo la victoria sobre sus enemigos ya aquí en la tierra, especialmente a la hora de la muerte. Yo lo defenderé como Mi propia gloria» (Diario, 48).
«A las almas que propagan la devoción a Mi Misericordia, las protejo durante toda su vida como una madre cariñosa (protege) a su niño recién nacido y a la hora de la muerte no seré para ellas Juez sino Salvador misericordioso. En esa última hora, un alma no tiene nada con que defenderse excepto mi Misericordia. Feliz es el alma que durante su vida se sumergió en la Fuente de la Misericordia, porque la justicia no la tendrá» (Diario, 1075).